martes, 20 de julio de 2010

He logrado soportar millones de insultos. De pequeño siempre se te quedan grabados por meses y hasta años. Siendo un poco mayor, con una golosina y, ¡Como nuevo!

¿Pero qué pasa cuando ya tienes la mayoría de edad?.

Sí. Obviamente sientes que te dá igual. A veces lo puedes hacer parte de tu filosofía para evitar ese tipo de errores, en otras es sólo cuestión de ver el televisor treinta minutos y 'clam'; como si nunca lo hubieras pasado. Pero ayer fue distinto...

Ésta vez fue en lo más profundo de mi. Acertaron en lo único que siempre me ha importado.

Y no tuvieron compasión. El sentimiento ya estaba esperando a un lado de mí, listo para entrar y atacar con saña mi ser. Por un momento quise utilizar éste poder. Pero no sé controlarlo...

Cuando me pasaba algo similar, mi orgullo ganaba y dejaba todo. Mis ganas de seguir acababan. Toda la fe y la esperanza con la que contaba, se unía a un tumultuoso cofre de ira, de rebeldía y orgullo. Deseo cambiar.

He tratado de redirigir esas malas actitudes hacia las correctas. No descansaré hasta demostrarme a mí mismo que puedo sobrepasar éste obstáculo.

Porque de insinuación, adversión y confusión vive la mente común.

Es hora de improvisar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario